Cuantas veces hemos enviado un correo y nos arrepentimos de haberlo hecho, ya sea porque le hemos dado por accidente al botón de enviar sin haberlo terminado, o porque nos arrepentimos de haber dicho determinadas cosas, y ya no hay vuelta atrás. Si pudiésemos cancelar el envío seguramente evitaríamos más de un lío, malentendido o tener que volver a escribir otro correo añadiendo lo que nos faltaba o disculpándonos por la barbaridad que hemos dicho.