En nuestra cotidianidad, estamos acostumbrados a percibir el color como un hecho completamente natural y objetivo. Los colores están allí, en la singularidad de nuestro entorno y esto no podría ser de otra forma.
Sin embargo, aparentemente esto no es así. Según la página BBC.com “el color realmente no existe… al menos no en sentido literal”. Lo que existe es la luz.
El color es realmente una propiedad de la luz, específicamente su longitud de onda. El diccionario de la Real Academia Española, define al color como la “sensación producida por los rayos luminosos que impresionan los órganos visuales y que depende de la longitud de onda”. Esto quiere decir que sólo conocemos el color de la luz visible, la que nuestra retina puede procesar.
El ojo humano promedio, es capaz de percibir luz en un espectro de 400 a 700 nm. Según la página Ditutor.com, un nanómetro (nm) es una medida de longitud que equivale a una milmillonésima parte de un metro (1 nm = 10-9m) y es utilizada para medir la longitud de onda de la radiación ultravioleta, radiación infrarroja y la luz.
Pero entonces, si solo existe la luz, ¿cómo es que vemos diferentes colores? Lo que sucede lo explica la página Wikipedia.org de la siguiente forma: “Todo cuerpo iluminado absorbe una parte de las ondas electromagnéticas y refleja las restantes. Las ondas reflejadas son captadas por el ojo e interpretadas en el cerebro como distintos colores según las longitudes de ondas correspondientes.”
Pero nuestra retina sólo percibe las longitudes de onda cuando la iluminación es abundante, por eso, cuando hay poca luz se hace casi imposible percibir color y en cambio tenemos los valores de luz y sombra: blanco y negro.
Ahora bien, ¿los hombres y mujeres perciben el color de la misma manera? La respuesta también es no. Según un estudio dirigido por Israel Abramov, profesor de psicología del Brooklyn College y publicado por NationalGeographic.es, «las mujeres son mejores diferenciando los colores, mientras que los hombres gozan de una mayor percepción de los movimientos rápidos y las distancias».
Ellos descubrieron que en la mayoría de los hombres, «el espectro visible requiere una longitud de onda ligeramente más larga que las mujeres con el fin de experimentar el mismo tono». Entonces, debido a que mientras más larga sea la longitud de la onda, más cálido se percibe el color «un tono naranja, por ejemplo, puede parecer más rojo para un hombre que para una mujer».
De cualquier manera, el color -estemos o no conscientes de su existencia- seguirá sorprendiéndonos y maravillándonos, con toda la gama de emociones que despierta en cada uno de nosotros.